sábado, 21 de septiembre de 2013

HE VENIDO PARA VER (Luis Cernuda)

















HE VENIDO PARA VER
(Luis Cernuda)


He venido para ver semblantes
Amables como viejas escobas,
He venido para ver las sombras
Que desde lejos me sonríen.

He venido para ver los muros
En el suelo o en pie indistintamente,
He venido para ver las cosas,
Las cosas soñolientas por aquí.

He venido para ver los mares
Dormidos en cestillo italiano,
He venido para ver las puertas,
El trabajo, los tejados, las virtudes
De color amarillo ya caduco.

He venido para ver la muerte
Y su graciosa red de cazar mariposas,
He venido para esperarte
Con los brazos un tanto en el aire,
He venido no sé por qué;
Un día abrí los ojos: he venido.

Por ello quiero saludar sin insistencia
A tantas cosas más que amables:
Los amigos de color celeste,
Los días de color variable,
La libertad del color de mis ojos;

Los niñitos de seda tan clara,
Los entierros aburridos como piedras,
La seguridad, ese insecto
Que anida en los volantes de la luz.

Adiós, dulces amantes invisibles,
Siento no haber dormido en vuestros brazos.
Vine por esos besos solamente;
Guardad los labios por si vuelvo.


Buenas noches, mi Granada ¡¡

viernes, 20 de septiembre de 2013

EN LA FUENTECILLA DE LOS PATIOS (Simón Hernández Aguado)





















EN LA FUENTECILLA DE LOS PATIOS
(Simón Hernández Aguado)

En la fuentecilla de los patios,
los gorriones están jugando
duerme el sol su borrachera
bajo la sombra de un naranjo.

En las cuerdas de los balcones,
canta una copla María Dolores,
en su cante, con la primavera,
pintan las amapolas corazones.

Entre las florecillas asoma,
una estampa cubierta de redes,
los abuelos de los pescadores
remiendan la brisa con sus alfileres.

Sobre la mar saltan los peces,
con su falda de gitana el agua
zarandea el sombrero a la nieve,
pescan dos niños bulerías sobre su vientre.

Dos ángeles heridos de bala
por las calles van y vienen,
las viudas con el hilo de la sangre,
lagrimas por las cañadas tejen.

En la despedida de la tarde,
despierta temprano a Don Diego,
el adormecido frescor del aire,
el aliento del rifle, de luto viste el azabache.

A las ocho de la tarde, en los balcones,
saetas canta María Dolores,
gemidos de muerte vienen,
en procesión desde el horizonte.

Don Diego, justo y mujeriego,
has manchado de sangre dorada
el pico de los jilgueros, dibujando
en las paredes caudales de ríos negros.

A las ocho de la tarde,
viste el sol su propia sangre,
un ramo de beleños blancos traía
por pañuelo el llanto de su madre.

En la fuentecilla de los patios,
con un lienzo de estrellas,
los ecos rocieros pintan
a la luna peineta y tacones.

En la fuentecilla de los patios,
los grillos visten fajín de gitano,
seis cuerdas doradas brillan,
sobre el sueño de los naranjos.

Buenas noches, mi Granada ¡¡

jueves, 19 de septiembre de 2013

COMO UN ALA NEGRA
(Manuel Altolaguirre Bolín)


Como un ala negra de aire
desprendida de hombro alto,
cuerpo de un muerto reflejo
en duras tierras ahogado,
la sombra quieta, tendida,
flota sobre el liso campo.

La nube, sombra en el viento
de la sombra, flor sin tallo,
de la amplia campana azul
adormecido badajo,
techo azul y suelo verde
tiene en la tarde de mayo.

Como una rama de almendro
el horizonte nublado.

La sombra quieta, tendida,
flota sobre el liso campo,
cuerpo de un muerto reflejo
en duras tierras ahogado.

Buenas noches, mi Granada ¡¡

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Tres Recuerdos Del Cielo (Rafael Alberti)
























Tres Recuerdos Del Cielo
(Rafael Alberti)

Homenaje a Gustavo Adolfo Bécquer

I. PRÓLOGO

No habían cumplido años ni la rosa ni el arcángel.
Todo, anterior al balido y al llanto.
Cuando la luz ignoraba todavía
si el mar nacería niño o niña.
Cuando el viento soñaba melenas que peinar
y claveles el fuego que encender y mejillas
y el agua unos labios parados donde beber.
Todo, anterior al cuerpo, al nombre y al tiempo.

Entonces, yo recuerdo que, una vez, en el cielo…


II. PRIMER RECUERDO

…una azucena tronchada…
G. A. Bécquer

Paseaba con un dejo de azucena que piensa,
casi de pájaro que sabe ha de nacer.
Mirándose sin verse a una luna que le hacía espejo el
sueño
y a un silencio de nieve, que le elevaba los pies.
A un silencio asomada.
Era anterior al arpa, a la lluvia y a las palabras.
No sabía.
Blanca alumna del aire,
temblaba con las estrellas, con la flor y los árboles.
Su tallo, su verde talle.
Con las estrellas mías
que, ignorantes de todo,
por cavar dos lagunas en sus ojos
la ahogaron en dos mares.

Y recuerdo…

Nada más: muerta, alejarse.


III. SEGUNDO RECUERDO

…rumor de besos y batir de alas…
G .A. Bécquer

También antes,
mucho antes de la rebelión de las sombras,
de que al mundo cayeran plumas incendiadas
y un pájaro pudiera ser muerto por un lirio.
Antes, antes que tú me preguntaras
el número y el sitio de mi cuerpo.
Mucho antes del cuerpo.
En la época del alma.
Cuando tú abriste en la frente sin corona, del cielo,
la primera dinastía del sueño.
Cuando tú, al mirarme en la nada,
inventaste la primera palabra.

Entonces, nuestro encuentro.

(Sobre los ángeles, 1928)


Buenas noches, mi Granada ¡¡¡¡¡